Somos una familia feliz,
usamos chalecos sin rombos a la orilla del lago
mientras nos siguen prístinas guitarras, marimbas
y trompetas de plástico transparente.
Al atardecer bailamos con la puesta de sol
y nos convertimos en lo que escuchamos
(es una extraña cualidad que nuestra raza posee).
Y, en secreto
Juan Pablo guarda la llave de nuestra cabaña blanca
silenciosa entre el cielo y el viento
y el amoroso atardecer de la vida en movimiento.
viernes, 24 de abril de 2009
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